En la actualidad, la depresión destaca como una de las enfermedades mentales más prevalentes. Un 5,6% de los jóvenes de entre 13 y 18 años presentan algún síntoma, lo que conduce a un mayor riesgo de ideas y actos suicidas. Este último constituye uno de los motivos más importantes a prevenir por la OMS.
Objetivo: Revisar la literatura existente acerca de la depresión infanto-juvenil.
Método: Revisión sistemática. Bases de datos: PubMed, ClinicalKey, Cuiden Plus; guías e informes: NICE, IACAPAP, OMS, INE, Ministerio de Sanidad, FSME y GPC.
Resultados: Uno de cada cinco niños padece una enfermedad mental. La prevalencia de la depresión varía entre 5,6%-7,1%, estos porcentajes aumentan con la edad y en el sexo femenino es 2-3 veces más frecuente. Existe una alta correlación entre depresión, bullying y suicidio.
Conclusión: La prevención e implicación multifactorial (red sanitaria, familia, centro escolar) es la base del tratamiento, siendo lo más eficaz para un buen pronóstico y control de síntomas.
Palabras clave: “Depresión", "Adolescente", "Suicidio", "Factor de riesgo" y "Enfermería”.
Nowadays, depression is known as one of the most prevalent mental diseases. 5.6% of adolescents (teenagers) aged between 13 and 18 years old experience symptoms, leading to have a higher risk for suicidal thoughts and acts. According to the OMS, this is one of the most important reasons to prevent it.
Objective: Review the existing literature about child-youth depression.
Method: Systematic revision. Databases: PubMed, ClinicalKey, Cuiden Plus; guides and reports: NICE, IACAPAP, OMS, INE, Ministry of Health, FSME y GPC.
Results: One in five children suffers from a mental disease. The prevalence of depression varies between 5,6%-7,1%. These percentages increase with age and they are 2-3 times more common in women. There is a high correlation among depression, bullying and suicide.
Conclusion: Multifactorial prevention and involvement (healthcare network, family, school) is the mainstay of treatment, being the most efficient to get a good prognosis and sympton control.
Key words: “Depression”, “Adolescent”, “Suicide”, “Risk factor” y “Nursing”
Revisar la literatura existente acerca de la depresión infanto-juvenil.
Describir síntomas, tratamiento y programas de prevención enfocados al niño y al adolescente con depresión.
Fomentar la identificación temprana de los factores de riesgo desde la familia, colegio y Atención Primaria.
Explorar la asociación entre depresión y suicidio en la población infanto-juvenil.
Promover la puesta en marcha de estrategias de promoción y prevención en Salud Mental.
Se trata de una revisión sistemática de literatura. La búsqueda y evaluación de artículos se realizó entre los meses de octubre y diciembre de 2020. Para la construcción de la pregunta de investigación y la búsqueda bibliográfica se utilizó la estrategia PICO:
Definición del problema: Población infanto-juvenil con sintomatología compatible con depresión.
Intervención: Identificación temprana de síntomas y seguimiento a corto-largo plazo por enfermería. Colaboración interdisciplinar entre familia, colegio y personal sanitario.
Resultados: Detección y diagnóstico precoz como protección ante el suicidio.
Literatura existente sobre depresión adolescente publicada en los 5 años previos al inicio de esta revisión bibliográfica, así como los hallazgos notables en el campo de la depresión juvenil en términos de predictores, moderadores y mediadores de efectos. Además de una revisión detallada de los criterios diagnósticos y tipos de tratamientos/intervenciones. Se consideraron únicamente artículos en inglés y castellano.
Para realizar esta revisión bibliográfica descriptiva, las autoras seleccionaron la bibliografía de forma independiente, realizando el análisis narrativo de los datos y actualizaciones existentes, incluyendo los documentos con la mejor evidencia actual. Se rechazaron los estudios que no cumplían los criterios o que contenían información insuficiente.
En el alcance de esta revisión se han incluido un total de 36 artículos que cumplieron con los objetivos tanto principales como específicos del mismo, con el fin de conocer las últimas evidencias científicas y las recomendaciones vigentes en las Guías de Práctica Clínica (GPC) sobre depresión infanto-juvenil.
Para ello, se realizó una revisión sistemática en las siguientes fuentes bibliográficas: Public Medical Literature Analysis and Retrieval System Online (PubMed), ClinicalKey, Cuiden Plus, Lilacs y Tripdatabase.
Por último, se realizaron búsquedas manuales en las listas de referencias de guías e informes en las páginas: International Association for Child and Adolescent Psychiatry and allied professions (IACAPAP), Organización Mundial de la Salud (OMS), Instituto Nacional de Estadística (INE), National Institute for Clinical Excellence (NICE), Ministerio de Sanidad, consumo y Bienestar Social, Fundación Española para la Prevención del Suicidio (fsme) y google académico.
Tras examinar en el Mesh (Medical Subject Headings), se emplearon los siguientes descriptores: Depression, Adolescent, Suicide, Risk factor y Nursing.
En PubMed, Tripdatabase y ClinicalKey se emplearon las siguientes ecuaciones de búsqueda:
"Depression” AND “Adolescent”.
"Depression” AND "Adolescent" AND “Suicide”.
"Depression” AND“Adolescent” AND “Risk factor”.
"Depression” AND “Adolescent” AND "Nursing".
En Cuiden Plus, Lilacs y páginas web de referencia se emplearon los Mesh "Depression” y “Adolescent” y “Suicide” de forma independiente, así como una búsqueda manual.
La Salud Mental (SM) es definida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “un estado de completo bienestar mental, físico y social y no solamente la ausencia de enfermedad”. La Mental Health Europe (MHE) en su informe para la Promoción de la Salud Mental y la Prevención de Trastornos, a raíz de la definición de la OMS, afirman que no existe una definición oficial de salud. Sin embargo, la gran mayoría de expertos coinciden en que la SM y su ausencia no son lo mismo. La ausencia de un trastorno mental reconocido no es necesariamente un indicador de SM.
De acuerdo con todo ello, la OMS en su Plan de Acción Integral de Salud Mental (2013-2020), concluye que “no hay salud sin salud mental” (1).
En la actualidad, la depresión es una de las enfermedades mentales más prevalentes en nuestra sociedad, siendo esta un indicador de salud y calidad de vida (2, 3). Además de ser la tercera causa de discapacidad, la depresión se asocia con un deterioro de las relaciones sociofamiliares, un menor nivel educativo, económico y un mayor riesgo de mortalidad temprana por suicidio (2).
La adolescencia se caracteriza por ser una etapa de crecimiento y desarrollo donde el individuo forja su personalidad, y va adquiriendo la madurez emocional y social. La falta de gestión adecuada de las emociones, los sentimientos de necesidad de independencia y autodeterminación, la necesidad de pertenencia a grupo y el distanciamiento de la figura de autoridad, hacen de ellos un grupo especialmente vulnerable.
La depresión es uno de los problemas de SM más debilitantes que a menudo surgen por primera vez en la adolescencia. Hasta el 20% de los jóvenes experimentará un episodio depresivo antes de los 18 años. Estos trastornos tienden a tener un curso crónico y recurrente, con niveles de comorbilidad entre el 10 y el 50%.
La mayoría de los adultos con enfermedad depresiva, recuerdan su primer episodio durante la adolescencia. Existen estudios que sugieren que el primer episodio es típico durante la adolescencia temprana. Antes de esta etapa, las tasas de desarrollo de estos son sustancialmente más bajas. Con el inicio de la pubertad, la prevalencia del trastorno se duplica y persiste hasta el final de la edad adulta, lo que confiere un riesgo especialmente alto de recurrencia, cronicidad y desadaptación. (2, 4, 5).
La historia de la psiquiatría en España parte con el primer hospital psiquiátrico fundado en Valencia en el S.XV, por el Padre Jofré, que se llamó “Hospital dels Folls e Innocents”.
Posteriormente, Philippe Pinel (S. XIX), considerado el padre de la psiquiatría moderna, expresa la necesidad de describir la enfermedad científicamente y reivindicar la integridad de estos pacientes hasta entonces marginados.
A nivel global, el papel de la enfermería psiquiátrica se comienza a desarrollar a principios de 1800 en el New England Hospital cuyo manifiesto principal es “los pacientes que padecen una enfermedad mental, tienen el mismo derecho a una atención enfermera de calidad que los que sufren enfermedades somáticas”.
Hildegard Peplau, es considerada la madre de la enfermería psiquiátrica por su modelo “Interpersonal Relations in Nursing” donde fomenta la relación interpersonal enfermera-paciente como pilar de los cuidados enfermeros (6).
El informe Mental Health and Schools (2017), presenta los resultados, revisión y análisis realizados por 9 países europeos en el ámbito de la SM y el bienestar infanto-juvenil. También proporciona información acerca de la legislación y políticas vigentes en la ejecución de las estrategias de promoción y prevención (1).
Recomendaciones:
Proyectos actuales implementados:
En Asturias, se han puesto en marcha dos de los programas europeos anteriormente citados: SEYLE y MONSUE (7).
De la acción conjunta de la UE sobre SM y bienestar, surgió como respuesta a la declaración de la OMS el Libro Verde “promoción de la SM de la población. hacia una estrategia de la SM para la UE”. Los temas tratados son: promoción de la SM, promoción de acciones contra la depresión y el suicidio, desarrollo de la SM comunitaria y promoción de la integración de la SM en todas las políticas.
El plan estratégico de infancia y adolescencia en España (2013-2016), se diseñó para la promoción, prevención de la SM en las escuelas y en los Servicios de Atención Primaria (AP), y mejorar e incrementar los servicios y programas dirigidos a la SM y psicológica (1).
La confederación de SM de España, en su informe de derechos humanos de SM, manifiesta la importancia de priorizar el desarrollo de políticas públicas. Para llevarlo a cabo, propone 12 acciones específicas para su implementación a nivel estatal (8).
Una de las carencias formativas más importantes a nivel estatal es la ausencia de la creación de la especialidad médica de psiquiatría de la infancia y la adolescencia (8, 9). La salud mental continúa siendo la "hermana pobre" del sistema sanitario español.
La OMS lo define como “relación reconocida entre una o varias partes de los sectores sanitario, social y educativo para adoptar medidas sobre un tema concreto, con el objetivo de alcanzar resultados de salud de una manera más eficaz, eficiente y sostenible que la que hubiera logrado el sector sanitario por sí solo”. En particular, destaca la importancia de involucrar a todos los sectores al abordar la SM de niños y adolescentes (1).
Los trastornos mentales representan un fuerte impacto a nivel social y económico. Además, la depresión es una de las patologías con mayor comorbilidad que tiene que afrontar el sistema de salud, por delante de las enfermedades cardiovasculares (10, 1) debido a que está asociado a enfermedades crónicas, consumo de tabaco y alcohol y a la falta de actividad física entre otros (9).
Tanto en Europa como en EE. UU., el coste económico anual asociado al impacto de las enfermedades mentales es muy elevado, llegando hasta los 500 mil millones de euros. También está asociado a un mayor uso de los servicios de salud en la edad adulta, generando gastos directos e indirectos como disminución de la productividad (10,1). Por poner un ejemplo, un estudio estimó que una joven diagnosticada de depresión de inicio temprano tendría un salario anual entre un 12-18% menor, que una que lo haya desarrollado en la edad adulta o no lo padezca (9).
A pesar de la inversión económica en intervenciones de promoción y prevención, menos del 10% de los pacientes con enfermedades mentales en Europa reciben un tratamiento adecuado a sus necesidades (10, 1). Además, los adolescentes que están en las situaciones más vulnerables y que aún no manifiestan síntomas, tienen acceso a servicios de salud de menor calidad (3).
Los centros escolares son un elemento esencial en la promoción del bienestar y de la SM infanto-juvenil. Sin embargo, un alto porcentaje de los centros educativos de Europa parecen no considerarlo prioritario. Esto podría explicarse por el déficit de recursos y la falta de implicación de la política nacional en este tipo de proyectos (11).
Figura 1. Pirámide de integración de los Servicios Sanitarios (3).
La organización de las unidades de SM dirigidas a la población infanto-juvenil está compuesta por un conjunto interrelacionado y pluralizado de servicios (12). La red de SM ha establecido un plan estratégico cuyos principios están basados en recomendaciones propuestas por la OMS:
Los dispositivos de SM presentes en el Principado de Asturias dirigidos a la población infanto-juvenil son:
Para una asistencia adecuada y de calidad debe existir una coordinación entre los Servicios de AP y los Servicios de Atención Especializada de SM, ya que algunos estudios datan que 2 de cada 3 jóvenes con depresión no son identificados por su médico de AP y por tanto no reciben ningún tipo de tratamiento. Incluso cuando son diagnosticados, solo la mitad de estos reciben un tratamiento adecuado (13).
Los trastornos del ánimo se caracterizan por una inadecuada gestión de las emociones acompañada de un conjunto de síntomas que pueden ser disfóricos o eufóricos (ánimo bajo y elevado respectivamente).
Los trastornos depresivos se encuentran enmarcados dentro del primer grupo e incluyen el trastorno depresivo mayor (TDM) y la distimia, entre otros (14).
La OMS define la depresión como un trastorno mental frecuente caracterizado por síntomas como la tristeza, anhedonia, baja autoestima, alteración del ciclo vigilia-sueño, cansancio y alteración en la concentración. Estos síntomas varían según la edad, sexo, nivel educativo y cultutal. El Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders-5 (DSM-5) utiliza diferentes términos para referenciarla como episodio depresivo, trastorno depresivo y depresión clínica (15). La Clasificación Internacional de Enfermedades, 10ª edición (CIE-10), lo define como episodio depresivo y episodio depresivo recurrente (9, 16).
El conjunto de síntomas del TDM en adolescentes es similar a los que manifiestan los adultos, aunque van variando a medida que el niño se desarrolla (14). Se presenta con frecuencia: irritabilidad, síntomas somáticos (dolor abdominal, cefalea y dolor músculo esquelético) (17), disminución de la energía, cambios en el apetito, alteraciones del sueño (14).
La investigación sobre el tratamiento en la depresión juvenil se remonta a finales de 1980. Los primeros estudios aleatorizados se basan en autoinformes de síntomas como método principal de evaluación (2).
Uno de cada 5 niños padece una enfermedad psiquiátrica (14), la prevalencia de estas patologías es diferente dependiendo del país, etapa de desarrollo de crecimiento y los criterios clínicos que utilicen para su diagnóstico (9). Las más frecuentes son la depresión, la ansiedad, trastorno del comportamiento y el trastorno del déficit de atención e hiperactividad (18).
Según la guía NICE, la depresión afecta a alrededor del 2,8% de los menores de 13 años y al 5,6% de los jóvenes de entre 13 y 18 años (19). En EE. UU. los estudios realizados señalan que los niños de entre 9-11 años tienen una prevalencia del 0,5-2% y en la etapa juvenil (13-18 años) del 5,6%. En el proyecto europeo SEYLE se describió una prevalencia en depresión de entre un 7,1 % y 19,4 %.
En España, en 1988 se realizó el primer estudio de prevalencia de depresión en población infantil y estima un 1,8% de TDM y 6,4% de distimia. La gran parte de la literatura señala que los porcentajes aumentan según avanza la edad, llegando a valores de entre 2,5-5% (20). Entre un 5% y un 10% de la población juvenil presenta depresión menor o subclínica, los cuales tienen mayor riesgo de presentar desadaptación al medio, suicidio y desarrollar en el futuro un TDM (9).
Teniendo en cuenta el género y la edad, cabe destacar que el TDM se presenta con mayor frecuencia en el sexo femenino y en la última etapa de la adolescencia. Múltiples estudios están de acuerdo en que la edad media de inicio de síntomas se encuentra entre los 13-14 años, y en edades inferiores a 12-13 años además de no encontrar amplias diferencias en cuanto al género, la prevalencia es menor (10, 21).
Tabla 1. Prevalencia de depresión en adolescentes de España (20).
En nuestro país, diferentes trabajos señalan que una elevada parte de la población infanto-juvenil acude a centros de SM. Bragado et al. afirma que un 5,5 % lo hacen por problemas de depresión Aláez et al. señala que asciende a un 14,6 %, Goñi Sarriés et al. estima una prevalencia del 14 %, sin embargo, Navarro-Pardo et al. indican que es del 3%. Ponderando los resultados de los estudios anteriormente citados, puede estimarse una prevalencia aproximada del 8,8% de los que demandan tratamiento (20).
La depresión infanto-juvenil es un trastorno cuyo origen es de carácter multifactorial. Esta multitud de factores asociados, entre los que destacan: psicológicos, biológicos, familiares y sociales, (20, 9) influyen en el inicio, mantenimiento o recurrencia de la depresión, además de tener implicaciones en su prevención, diagnóstico y tratamiento (9).
La inadecuada gestión de las emociones, la nula tolerancia a la frustración, presencia de otros trastornos psíquicos (factores externalizantes de personalidad, pensamientos de carácter rumiativo y baja autoestima) (14) y el duelo, contribuyen a la aparición de síntomas depresivos. (9, 20, 22).
En la infancia la presencia de TDM se presenta igual en niños y niñas, sin embargo, en la adolescencia se presenta en una frecuencia entre 2 y 3 veces mayor en las mujeres (20).
Los modelos actuales demuestran un aumento bidireccional (padres a hijos y viceversa) de padecer un TDM de entre 2 y 4 veces mayor entre los familiares de primer grado que la población general (14, 22). Varios estudios genéticos demuestran el carácter hereditario en gemelos monocigóticos, arrojando unas tasas de concordancia del 40-65% (14). Sin embargo, estos factores son predisponentes, pero no condicionantes (22).
En la actualidad, no se conoce a ciencia cierta las áreas cerebrales que actúan en la depresión. La Hipótesis monoaminérgica (déficit absoluto de los neurotransmisores que influyen en procesos afectivos: Serotonina, dopamina y noradrenalina) parece explicar que el déficit de monoaminas afecta al sistema nervioso central pudiendo producir síntomas depresivos, pero la falta de solo uno de ellos no explicaría su desarrollo (22, 23).
ACC:corteza cingulada anterior; DLPFC: Corteza prefrontal dorsolateral; mPFCx: Corteza prefrontal medial; OFC: Corteza orbitofrontal; VLPFC: Corteza prefrontal ventrolateral.
Imagen 1. (Quintana Calderón, E. El papel de enfermería en la depresión mayor. [TFG]. 2017).
Además de lo anteriormente citado, hay que tener en cuenta que la desregulación de la actividad glutamatérgica y GABAérgica y la alteración molecular en la producción de citocinas proinflamatorias junto con variaciones de los factores de crecimiento y en el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, nos acercan a la comprensión más integral para su diagnóstico y desarrollo terapéutico (22, 23).
Figura 2. Factores de riesgo neuroquímicos en el desarrollo de depresión (22, 23).
Existe una clara relación entre la depresión y factores sociales como la raza, la educación y el entorno. Los acontecimientos vitales estresantes como abusos físicos y sexuales, abandono, problemas escolares (bullying o fracaso escolar), inadecuada relación con iguales, institucionalización (refugiados, hogares de acogida, centros de menores) y aislamiento social entre otros, están implicados en el inicio y desarrollo de episodios depresivos mayores (9, 10, 14, 18, 22, 24).
La discordia familiar (divorcio, separación), violencia en el ámbito familiar, desatención (rechazo y/o ausencia de cuidado) y antecedentes de trastorno mental parental (9, 10, 14, 18, 24).
Tabla 2. Resumen de los factores de riesgo de depresión (9).
La presencia de síntomas depresivos puede aparecer en cualquier etapa del desarrollo. La intensidad, frecuencia y duración de los mismos cambian según la edad, persona y otras patologías concomitantes. A pesar de que la depresión se presenta con mayor frecuencia en el sexo femenino, no existen diferencias en cuanto a los síntomas (9, 22).
Los síntomas predominantes son:
Se pueden agrupar en:
Tabla 3. Diferencia de la sintomatología depresiva según la etapa de desarrollo (9).
Para realizar un correcto diagnóstico de la depresión en el adolescente, es necesario una entrevista clínica estructurada en la que además de realizar un cribado mediante cuestionarios validados, nos centraremos en la conducta verbal y no verbal, así como posibles limitaciones.
Algunas de las escalas específicas para la evaluación de la depresión son:
Estas escalas de evaluación son generalmente autoadministradas, y existen varios tipos de presentaciones: Para el adolescente, sus padres o los educadores (9). Los cuestionarios por sí solos no permiten realizar un diagnóstico clínico adecuado, es por ello por lo que debemos guiarnos por los criterios diagnósticos según la CIE-10 o el DSM-5 (20).
La depresión es un tipo de trastorno del humor clasificado en la CIE-10 en la categoría F32. Esta a su vez se subdivide en:
La duración debe ser al menos de dos semanas y manifestar como mínimo dos de los tres síntomas característicos de la depresión:
Evaluación de la gravedad del episdio depresivo
Según la presencia de más o menos síntomas y cómo afecten al funcionamiento del individuo se clasifica en: leve, moderado o grave (14).
Tabla 4. Clasificación según la gravedad de la sintomatología. CIE 10 (9, 16).
Según la presencia de más o menos síntomas y cómo afecten al funcionamiento del individuo se clasifica en: leve, moderado o grave (9):
Tabla 5. Clasificación según la gravedad de la sintomatología. DSM-5 (9, 15).
La gravedad de la depresión aumenta cuando encontramos otros trastornos concomitantes, físicos o psíquicos (10) y aumenta su prevalencia en un 20% con respecto a la población general (22). Tanto la depresión como los trastornos de ansiedad tienden a un curso crónico recurrente, con niveles de comorbilidad de entre el 10 y el 50% (4).
Algunos de los trastornos psiquiátricos comórbidos a la depresión son: ansiedad, problemas de conducta, Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), consumo y abuso de tóxicos, Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), dificultades del aprendizaje y trastorno por estrés postraumático (aumenta la vulnerabilidad a la depresión y al suicidio tras el primer año del hecho traumático) (9, 10, 20).
Resulta importante tener en cuenta las comorbilidades ya que confluye en un peor pronóstico clínico, condicionando una peor respuesta a los tratamientos farmacológicos y no farmacológicos, aumento de síntomas, cronicidad en la edad adulta y mayor riesgo de mortalidad, así como un elevado gasto de recursos sociosanitarios (20).
Según la Guía NICE, los diagnósticos comórbidos y los problemas del desarrollo, sociales y educativos deben evaluarse y manejarse, ya sea en secuencia o en paralelo, con el tratamiento de la depresión, implicando de forma coordinada al profesorado y trabajadores sociales (25).
Identificar las necesidades del adolescente, así como crear un plan de cuidados individualizado es uno de los papeles fundamentales de la enfermería. Su objetivo principal es la prevención de los trastornos mentales y la promoción de una buena SM. Para ello, la enfermera debe crear un clima acogedor durante la entrevista de valoración, con el fin de establecer vínculo enfermera-paciente y enfermera-familia (14, 22).
Afianzar la relación terapéutica y fomentar la confianza son clave para una buena interacción con el adolescente y un buen manejo de la depresión. Durante la entrevista, la enfermera debe mostrar empatía (reflejo empático), mantener una escucha activa, observar la comunicación no verbal, no emitir juicios de valor y tener en cuenta variables personales y socioculturales (18, 22, 24).
A pesar de que la implicación de los padres en los cuidados es muy importante y es recomendable comenzar con una entrevista centrada en la familia, (los progenitores exponen diferentes aspectos comportamentales del niño), la enfermera debe dar su lugar al adolescente manteniendo entrevistas por separado. De esta manera, podrá dialogar con libertad y sin supervisión, corroborar o rebatir lo expuesto por sus padres y expresar sus preocupaciones con independencia (14, 24).
La valoración inicial debe explorar los factores de riesgo a nivel psicosocial y antecedentes familiares de depresión u otro trastorno mental, identificar signos y síntomas característicos de la depresión, así como déficit de funcionamiento a nivel cognitivo, motor, emocional o conductual y vivencia de experiencias de bullying, autolesión y pensamientos o ideas suicidas (14, 19).
A medida que se afianza el vínculo terapéutico, mediante la entrevista motivacional, la enfermera debe dirigir las intervenciones a mejorar la confianza en sí mismos, el control de impulsos y del estrés, gestión eficaz de las emociones y fomentar la adhesión al tratamiento (22, 24). El riesgo de suicidio debe valorarse en cada consulta, indicando si es necesario o no vigilancia (22).
Para realizar un buen seguimiento del paciente y garantizar una buena evolución, es importante destacar la importancia de una buena comunicación a todos los niveles (AP- Atención especializada-centro escolar) y la existencia de una atención multidisciplinar. El Chronic Care Model, potencia la intervención de las care manager. Enfermeras especializadas que mediante planes de cuidados individualizados y la coordinación de todos los profesionales que participan en el tratamiento de estos pacientes, tienen como objetivo principal la mejora de la calidad de vida y fomentar su bienestar (22).
Tabla 6. Características de la entrevista clínica enfermera. (18)
La metodología enfermera es un método sistemático de organización y gestión de los cuidados enfermeros. El Proceso de Atención Enfermero (PAE), se utiliza como lenguaje universal, y dota de rigor científico la práctica clínica. Para ello, se utiliza la taxonomía estandarizada North American Nursing Diagnosis Association (NANDA) (26), Nursing Outcomes Classification (NOC) (27) y las Nursing Interventions Classification (NIC) (28); se procede a la identificación y formulación de los diagnósticos enfermeros (NANDA), se establecen sus indicaciones para monitorizar los resultados esperados (NOC) y por último se formulan las intervenciones a realizar con sus correspondientes actividades (NIC).
El PAE consta de 5 etapas: valoración, diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación. Para realizar la valoración utilizamos el modelo conceptual por patrones de Marjory Gordon. Valorando los problemas salud-enfermedad del paciente y empleando la terminología NNN (NANDA, NOC, NIC).
Patrón I. Percepción/ Manejo de la salud
00035 Riesgo de lesión relacionado con (r/c) trastorno psicológico y exposición a drogas o tabaco.
Patrón II. Nutricional/metabólico
00002 Desequilibrio nutricional: Por defecto r/c incapacidad para ingerir alimentos debido a factores psicológicos, manifestado por (m/p) ingesta inferior a la recomendada, pérdida de peso o saciedad inmediata.
00001 Desequilibrio nutricional: Por exceso r/c pérdida de autocontrol, disminución de la autoestima y depresión m/p presencia de patrones disfuncionales y/o comer en respuesta a la ansiedad.
Patrón IV. Actividad/ Ejercicio
00108 Déficit de autocuidado: Baño/higiene r/c falta de motivación, ansiedad o cansancio, m/p incapacidad para lavarse el cuerpo y olor corporal desagradable.
00109 Déficit de autocuidado: Vestido/acicalamiento r/c disminución o falta de motivación, ansiedad grave, cansancio o malestar, m/p deterioro en la capacidad para vestirse o desvestirse, elegir ropa y/o mantener un aspecto satisfactorio.
Patrón V. Sueño/ Descanso
00095 Insomnio r/c factores de estrés y ansiedad, m/p cambio de concentración, en el estado de ánimo, absentismo y dificultad para conciliar el sueño.
Patrón VI. Cognitivo/ Perceptivo
00120 Baja autoestima situacional r/c cambios del desarrollo (adolescencia), duelo, divorcio de los padres, m/p verbalizaciones negativas, autopercepción de incapacidad de afrontamiento de los acontecimientos y desesperanza.
Patrón VII. Autopercepción/ Autoconcepto
00146 Ansiedad r/c crisis de maduración o situacionales, conflicto de valores, antecedentes familiares, m/p dolor abdominal, fatiga, inquietud, alteración de la concentración y atención o rumiación.
00150 Riesgo de suicidio r/c malos tratos en la infancia, alteración en la vida familiar, impotencia y/o antecedentes familiares de suicidio.
Patrón VIII. Rol/ relaciones
00053 Aislamiento social r/c alteraciones del estado mental, no aceptación de las conductas ni de los valores sociales y/o dificultad para establecer relaciones personales satisfactorias, m/p hostilidad, expresión de sentimientos de rechazo e inseguridad en público.
Patrón X. Afrontamiento/ Tolerancia al estrés
00069 Afrontamiento ineficaz r/c apoyo social insuficiente, estrategias ineficaces para lidiar con el estrés y/o crisis de maduración, m/p abuso de sustancias, comportamientos autodestructivos o hacia los demás y falta de habilidades en la resolución de problemas.
DIAGNÓSTICO (00035) Riesgo de lesión
NOC: (1902) Control del riesgo
(1908) Detección del riesgo
NIC (5510) Educación para la salud
Actividades:
(5562) Educación Parental
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00002) Desequilibrio nutricional: Por defecto
(00001) Desequilibrio nutricional: Por exceso
NOC: (1411) Autocontrol del trastorno de la alimentación
(1621) Conducta de adhesión: Dieta saludable
NIC: (1100) Manejo de la nutrición
Actividades:
(5246) Asesoramiento nutricional
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00108) Déficit de autocuidado: Baño/higiene
NOC: (0305) Autocuidados: Higiene
NIC: (1801) Ayuda con los autocuidados: Baño/ higiene
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00108) Déficit de autocuidado: Vestido/acicalamiento
NOC: (0302) Autocuidados: Vestir
NIC: (1802) Ayuda con los autocuidados: Vestir/ arreglo personal
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00095) Insomnio
NOC: (0004) Sueño
(1402) Autocontrol de la ansiedad
NIC: (1850) Mejorar el sueño
Actividades:
(5330) Control del estado de ánimo
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00120) Baja autoestima situacional
NOC: (1205) Autoestima
NIC: (5400) Potenciación de la autoestima
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00146) Ansiedad
NOC: (1402) Autocontrol de la ansiedad
NIC: (5820) Disminución de la ansiedad
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00150) Riesgo de suicidio
NOC: (1408) Autocontrol del impulso suicida
NIC: (5230) Mejorar el afrontamiento
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00053) Aislamiento social
NOC:(1204) Equilibrio emocional
NIC:(5100) Potenciación de la socialización
Actividades:
DIAGNÓSTICO (00069) Afrontamiento ineficaz
NOC: (1405) Autocontrol de los impulsos
NIC: (4370) Entrenamiento para controlar los impulsos
Actividades:
La depresión