Alba María Albuerne Canal.
Graduada en Enfermería por la Universidad de Oviedo.
Enfermera Especialista en Enfermería Obstétrico-Ginecológica (Matrona) por la Unidad docente de Matronas del País Vasco.
1. ORIGEN EMBRIOLÓGICO DE LOS ANEJOS FETALES.
El desarrollo de la placenta y las membranas comienza con la implantación del blastocisto, compuesto por una masa de células interna, la cavidad blastocística y una masa de células externa (que se diferenciará en dos capas: el citotrofoblasto o capa interna y sincitiotrofoblasto o capa externa). Posteriormente, la masa celular interna se divide en dos capas: el epiblasto o ectodermo embrionario y el hipoblasto o endodermo extraembrionario.
A partir del epiblasto o ectodermo embrionario se origina el epitelio amniótico, de forma que las células del epiblasto proliferan y se reordenan permitiendo la aparición de la cavidad pro-amniótica. Posteriormente se produce un incremento del número de células, adquiriendo forma cuboide en la zona que se encuentra en contacto con el citotrofoblasto y cilíndrica en contacto con el hipoblasto. La cavidad aumenta de tamaño y se forma la cavidad amniótica definitiva. De esta forma, las células ectodérmicas que miran hacia el citotrofoblasto contituyen el epitelio amniótico. En contacto con estas células ectodérmicas se encuentran células mesodérmicas, aunque no se conoce cuál es el origen de estas. Las células mesodérmicas dan lugar al mesodermo amniótico y coriónico, en cuyo lecho se encuentran las células estromales o mesenquimales1,2.
El embrión se encuentra unido al citotrofoblasto por medio del pedículo de fijación, cuyo origen es el mesodermo. A su vez, el saco vitelino emite una prolongación hacia el pedículo de fijación denominada alantoides, de origen endodérmico, que se embebe en su interior. Posteriormente comienzan a desarrollarse los vasos sanguíneos en el espesor del alantoides, lo que dará lugar a los futuros vasos sanguíneos fetales. Con el plegamiento embrionario, el pedículo de fijación que inicialmente se ubicaba en el extremo caudal se desplaza a la posición ventral, quedando posterior al pedículo del saco vitelino. Posteriormente estas estructuras se fusionan para dar lugar al cordón umbilical. El amnios constituirá la cubierta externa del cordón umbilical, en el que quedan incluidos el saco vitelino y el alantoides3.
Hay dos teorías que tratan de explicar la presencia de células madre mesenquimales en el cordón umbilical: una de ellas propone que su presencia se debe a las migraciones celulares de estas que tiene lugar durante el desarrollo fetal, momento en el que algunas células se quedarían atrapadas en el cordón umbilical. Otra teoría propone que estas células tienen origen en el mesénquima que da lugar a la matriz del cordón umbilica1,4.
2. HISTOLOGÍA Y ANATOMÍA DE LOS ANEJOS FETALES MADUROS
La membrana amniótica es un tejido delgado, semitransparente que carece de vasos sanguíneos y que posee dos caras: una estromal (adherente) y otra epitelial. Histológicamente distinguimos en ella 3 capas 1,5,6,7,8:
Tomado de: Cunningham, Leveno, Bloom, Hauth, Rouse, Spong. Implantación embriogénesis y desarrollo placentario. En: Williams Obstetricia. 23ª ed. México: McGrawHill; 2011. 33-77.
Macroscópicamente, el cordón umbilical está compuesto por dos arterias umbilicales, una vena umbilical y el tejido conjuntivo mucoso o gelatina de Wharton10.
Tomado de: Martín-Lacave I, San Martín MªV. Lámina 8: cordón umbilical. En: Atlas práctico de histología. 2ª ed. Madrid: Díaz de Santos; 2005.