El síndrome de dolor miofascial de origen cervical es una patología con una alta prevalencia en la población general. Este síndrome de dolor es el resultado de la aparición en los músculos de bandas tensas, desarrollando puntos gatillo miofasciales que provocan en el paciente un ciclo de dolor intenso, incapacitante, limitante y continuo durante la actividad de la vida diaria. Para el abordaje de esta dolencia, la fisioterapia invasiva se está erigiendo como una de las herramientas terapéuticas más utilizadas y estudiadas por los investigadores. Sin embargo, a pesar de que cada vez la literatura va permitiendo conocer más el origen, desarrollo y tratamiento de la enfermedad, aún no existe una terminología ni unos criterios diagnósticos claros y comunes disponibles para los profesionales sanitarios expertos en la materia. Por este motivo, los tratamientos pierden especificidad y eficacia, generando altos índices de persistencia de dolor y recidivas. El objetivo de este trabajo de desarrollo ha sido recopilar la evidencia disponible más actual sobre el abordaje de esta patología, explicando, por un lado, todo lo relacionado al curso clínico de la enfermedad, y, por otro lado, desarrollando los criterios diagnósticos y las propuestas de tratamiento de fisioterapia invasiva en los que se basan los profesionales sanitarios a día de hoy.
Palabras clave: síndrome de dolor miofascial, banda tensa, punto gatillo miofascial, fisioterapia invasiva.
Myofascial pain syndrome of cervical origin is a pathology with a high prevalence in the general population. This pain syndrome is the result of the appearance of tense bands in the muscles, developing myofascial trigger points that cause the patient a cycle of intense, disabling, limiting and continuous pain during the activity of daily life. To address this ailment, invasive physiotherapy is emerging as one of the most widely used and studied therapeutic tools by researchers. However, despite the fact that the literature is increasingly revealing more about the origin, development and treatment of the disease, there is still no terminology or clear and common diagnostic criteria available to health professionals who are experts in the field. For this reason, treatments lose specificity and efficacy, generating high rates of pain persistence and recurrences. The objective of this development work has been to compile the most current available evidence on the approach to this pathology, explaining, on the one hand, everything related to the clinical course of the disease, and, on the other hand, developing the diagnostic criteria and the invasive physiotherapy treatment proposals on which healthcare professionals rely today.
Keywords: myofascial pain syndrome, tense band, myofascial trigger point, invasive physiotherapy.
El dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable que surge del daño tisular real o potencial, y se describe de acuerdo con la perspectiva del paciente. El dolor se puede clasificar de muchas maneras diferentes: Agudo, crónico, inflamatorio, neuropático, visceral, somática y nociceptivo, entre otras definiciones (1).
El sistema musculoesquelético es el sistema de órganos humanos más grande por peso y es el sistema asociado con múltiples tipos de dolor, que a menudo ocurren simultáneamente.
El dolor miofascial es un síndrome clínico no inflamatorio de origen musculoesquelético, asociado con dolor y rigidez muscular. Generalmente, el síndrome de dolor miofascial está caracterizado por la presencia de nódulos palpables hiperirritables en las fibras musculares esqueléticas, que son denominadas “bandas tensas” (2).
Estas bandas tensas son los puntos cardinales característicos del síndrome de dolor miofascial, que permiten diferenciar este síndrome de otras patologías dolorosas como la miositis inflamatoria o la fibromialgia (2).
Los síndromes de dolor miofascial se pueden clasificar además como primarios (no relacionados con otras afecciones médicas) o secundarios (asociados con una afección médica comórbida) (1).
Hasta el 85 % de las personas experimentarán dolor miofascial al menos una vez en su vida.
La prevalencia varía según la clínica informante, desde el 21 % de los pacientes ortopédicos generales hasta el 93 % de los pacientes en centros especializados en dolor (1).
Específicamente, el síndrome de dolor miofascial es una causa importante y a menudo pasada por alto de discapacidad en la práctica clínica.
Hombres y mujeres se ven afectados por igual, aunque las mujeres sedentarias de mediana edad parecen ser la población de mayor riesgo.
En concreto, el síndrome de dolor miofascial de origen cervical es la cuarta causa principal de discapacidad, con una tasa de prevalencia anual superior al 30%.
En el mundo, alrededor del 70% de la población tendrá cervicalgia a lo largo de su vida, mientras que la prevalencia en España es del 19,5% y, además, es mayor en mujeres que en hombres (3).
Aunque la mayoría de los casos de dolor de cuello agudo parecen resolverse con o sin tratamiento, hasta el 50% de las personas que lo padecen pueden seguir sintiendo dolor o tener episodios de dolor frecuentes.
Además, existen varios factores importantes que se relacionan con la aparición del dolor de cuello, especialmente los relacionados con el trabajo, el estrés y la depresión (3).
En relación al trabajo, la cervicalgia aparece con mayor frecuencia en aquellos trabajos que implican posturas estáticas prolongadas y movimientos repetitivos de los miembros superiores (4).
En este sentido, varios investigadores proponen que los puntos gatillo miofasciales podrían ser los responsables del origen y desarrollo del dolor en paciente con síndrome de dolor miofascial, por lo que muchos estudios incluyen la terapia del punto gatillo miofascial para el manejo de estos pacientes.
Se entiende por punto gatillo miofascial a la zona de tejido muscular hipersensible localizado dentro de una banda tensa, que genera dolor referido. Por otro lado, señalar que el síndrome de dolor miofascial puede diagnosticarse por la presencia de uno o más puntos gatillo miofasciales (5).
Los puntos gatillo miofasciales se clasifican clínicamente como activos o latentes. Los puntos gatillo miofasciales activos son aquellos que provocan dolor espontáneo o dolor durante el movimiento, el estiramiento o la compresión.
Por otro lado, los puntos gatillo miofasciales latentes suelen ser asintomáticos, pero reproducen dolor o malestar cuando se comprimen.
Otros síntomas típicos asociados a los puntos gatillo miofasciales además del dolor local y referido son la aparición de debilidad muscular y un rango de movimiento restringido.
En el caso de los puntos gatillo miofasciales activos y latentes, ambos provocan una respuesta de espasmo local y dolor que reproduce los síntomas del paciente (6).
La combinación de estos síntomas podría tener un gran impacto en la calidad de vida, el estado de ánimo y el estado de salud (4).
El tratamiento del síndrome de dolor miofascial se basa pues en la inactivación de los puntos gatillo miofasciales mediante técnicas de terapia manual o aplicando las técnicas que ofrece la fisioterapia invasiva.
La fisioterapia invasiva es la parte de la fisioterapia que, mediante agujas de punción seca o acupuntura, aplica agentes físicos como la electricidad o el calor, con el objetivo de provocar cambios fisiológicos al nivel del tejido donde se aplica la técnica (7).
Las técnicas de fisioterapia invasiva empleadas por los fisioterapeutas en la práctica clínica son, principalmente: La acupuntura, la punción seca, y la electrólisis percutánea intratisular (también conocida como “EPI”) (7).
La aparición reciente de estas nuevas técnicas de fisioterapia ha supuesto un avance significativo en la profundidad de los tratamientos realizados por los fisioterapeutas, logrando mejores resultados en patologías de complicada evolución como las tendinopatías, las roturas musculares o, en este caso, en el abordaje del síndrome de dolor miofascial (7).
El objetivo de este trabajo de desarrollo es explicar en qué consiste el síndrome de dolor miofascial de origen cervical, haciendo hincapié en la fisiopatología, la etiología y el diagnóstico que caracterizan a este síndrome. Además, se recopilan numerosas investigaciones actuales sobre el manejo con fisioterapia invasiva de este tipo de patologías, con el fin de establecer las pautas básicas que deberían guiar a los profesionales sanitarios en sus protocolos de rehabilitación y tratamiento.
Para una buena praxis y una correcta ejecución de la técnica de punción seca, es de importancia capital conocer de manera precisa la anatomía, especialmente en este caso del segmento cervical y todas sus conexiones.
La columna vertebral consta de 33 vértebras (siete cervicales, doce torácicas y cinco lumbares; el sacro es el resultado de la fusión de cinco vértebras sacras y el cóccix, de la fusión de cuatro vértebras coccígeas). De acuerdo con las investigaciones, la longitud promedio de la columna vertebral desde el agujero magno hasta la punta del cóccix es de 73,6 centímetros (con un rango entre 67,4 centímetros y 78,8 centímetros), siendo en la mujer de unos siete a diez centímetros más corta (8)
La columna cervical abarca la cabeza en su región superior hasta el tórax y los hombros en su parte inferior. El límite craneal del segmento cervical lo constituye el borde inferior de la mandíbula, junto con los elementos óseos de la parte posterior del occipital (FIGURA 1).
Por otro lado, la zona posterior del cuello se encuentra a un nivel más elevado con respecto a la zona anterior. De esta manera, se comunican las vísceras cervicales con las regiones posteriores de las cavidades oral y nasal (9).
La parte más caudal del segmento cervical está delimitado el borde craneal del esternón, siguiendo el relieve de la clavícula y por encima del acromion. En la parte dorsal, el límite caudal no está del todo claro, situándose anatómicamente en la secante que une acromion y apófisis espinosa de C7. Por último, cabe destacar que el borde inferior de la zona cervical forma lo que se considera como base del cuello (9)
Figura 1. Límites de la zona cervical. Fuente: (9).
La zona cervical o cuello está formada por cuatro compartimentos principales, rodeados por un collar musculofacial externo (FIGURA 2).
Figura 2. Secciones principales del segmento cervical. Fuente: (9).
Las primeras siete vértebras forman el esqueleto óseo del cuello. Las vértebras de la columna cervical se caracterizan por poseer cuerpos pequeños, apófisis espinosas bífidas y apófisis transversas que contienen un orificio, el agujero transverso.
En su conjunto, los agujeros transversos forman un canal longitudinal a cada lado de la columna cervical, que es ocupados por los vasos sanguíneos (arteria y venas vertebrales), los cuales discurren entre la base del cuello y la cavidad craneal.
Las apófisis transversas de las vértebras cervicales sirven como origen, inserción y soporte de la musculatura más profunda a nivel de esta región. Los tubérculos anteriores derivan de los mismos elementos embrionarios que originan las costillas en la región torácica (FIGURA 3).
Figura 3. Partes anatómicas de una vértebra cervical tipo. Fuente: (9).
No es raro ver la formación de costillas cervicales a partir de las apófisis transversas de las vértebras cervicales más distales. Las dos primeras vértebras cervicales (C1 y C2) tienen una morfología característica para permitir los movimientos de la cabeza (FIGURAS 4 y 5).
Figura 4. Atlas: Vértebra C1, visión superior. Fuente: (9).
Figura 5. Axis: Vértebra C2, visión superior. Fuente: (9).
Para describir la organización topográfica de la musculatura cervical, se utilizan generalmente los triángulos del cuello. Estos triángulos, conformados por músculos y rebordes óseos, se clasifican así:
Este triángulo se subdivide en triángulos más pequeños, generando las siguientes estructuras de clasificación:
Figura 6. Límites y subdivisiones del triángulo anterior del cuello. Fuente: (9).
Cada uno de estos triángulos contiene numerosas estructuras que pueden identificarse sin estar en un triángulo específico.
De este modo, existen estructuras que forman parte de un triángulo específico desde la zona que lo rodea, y que además, se pueden originar en un triángulo y pasar a otro, o pasar a través de varios triángulos distintos mientras cruzan la región.
Por lo tanto, un estudio del triángulo anterior del cuello debe incluir un enfoque desde una perspectiva más global y sistémica, de manera que se describan los músculos, los vasos sanguíneos y los nervios de la zona.
Además, este estudio deberá tener también un enfoque regional, describiendo el contenido de cada triángulo.
El hueso hioides conforma un punto cardinal desde el que se clasifican diferente músculos, de manera que se establecen así:
Figura 7. Músculos suprahioideos, visión lateral. Fuente: (9).
Figura 8. Músculos suprahioideos, visión inferior. Fuente: (9).