“Los hombres deben saber que el cerebro es el responsable exclusivo de las alegrías, placeres, risa y diversión, y la pena, desaliento y las lamentaciones. Y gracias al cerebro, de manera especial, adquirimos sabiduría y conocimientos, y vemos, oímos y sabemos lo que es repugnante y lo que es bello, lo que es malo y lo que es bueno, lo que es dulce y lo que es insípido… Y gracias a este órgano nos volvemos locos y deliramos, y los miedos y terrores nos asaltan… Debemos soportar todo esto cuando el cerebro no está sano… Y en este sentido soy de la opinión de que la víscera ejerce en el ser humano el mayor poder”.
Hipócrates (S.IV a.C.). Sobre las enfermedades sagradas.
El cerebro es un órgano complejo que forma parte del sistema nervioso central y gestiona su actividad. Es muy sensible a la falta de flujo sanguíneo y necesita un aporte constante de glucosa y oxígeno para funcionar correctamente.
Un ictus es un trastorno brusco y súbito de la circulación del cerebro, que si se prolonga en el tiempo causa daño cerebral permanente. Su síntoma más común es la pérdida de fuerza muscular en los brazos, piernas o cara, normalmente unilateral.
La elevada incidencia y la gran repercusión de sus secuelas, hacen que el ictus suponga un elevado gasto sanitario. Es importante que la población conozca esta patología y sepa cómo detectarla y cómo prevenirla. Actualmente, los conocimientos sobre los síntomas de ictus y la percepción de que es una emergencia médica y una enfermedad tratable son deficientes.
Las personas que sufren un ictus pueden tener una evolución muy variable tras la fase aguda. La atención integral dirigida tanto a pacientes como a cuidadores es necesaria, ya que ninguno está preparado para los cambios, tan repentinos, en la calidad de vida que se producen. Los recursos sanitarios son clave para mejorar la comorbilidad y calidad de vida de las personas afectadas.
Palabras clave: educación sanitaria, ictus, cerebro, incidencia, prevención, factores de riesgo, intervenciones, cuidados.
The brain is a complex organ that belongs to the central nervous system and manage its activity. It is sensitive to blood flow and needs glucose and oxygen to work properly.
Stroke is defined as a sudden disorder of the brain´s circulation which if it is extended in time can cause permanent brain damage. Its common symptom is the loss of muscular strength in upper limb, lower limb and face which is normally unilateral.
The high impact and its consequences make that stroke has an enormous sanitary cost. It is so important that the population knows this pathology and how to detect and prevent it. Nowadays, the knowledge about stroke symptoms and the perception that it is a medical emergency and a treatable disease are scarce.
People who suffer stroke can have a variable development after the intense phase. Comprehensive attention aimed at both patients and carers is a must since none of them is prepared to the sudden changes or to the quality of life that they can produce. Sanitary resources are the key to improve the impact and consequences of the disease and the quality of life to the affected people.
Keywords: health education, stroke, brain, incidence, prevention, risk factors, interventions, care.
El cerebro es un órgano complejo que se encuentra en la parte antero-superior de la cavidad craneal, protegido por su cobertura ósea, envuelto por las membranas meníngeas y bañado por el líquido cefalorraquídeo. Es la porción más voluminosa del encéfalo. Forma parte del sistema nervioso central y gestiona su actividad. El cerebro está formado por millones de células gliales y neuronas interconectadas mediante axones y dendritas, que le permiten controlar y regular todas sus funciones, así como las del cuerpo y la mente. (1,2).
El desarrollo del cerebro humano comienza en la etapa embrionaria y termina en la juventud. Aunque solo supone el 2% del peso corporal, necesita casi un 20% de la circulación para cubrir sus necesidades, ya que consume mucha energía y no dispone de almacenamiento. Es, por ello, muy sensible a la falta de flujo sanguíneo y necesita un aporte constante de glucosa y oxígeno para funcionar correctamente.
Las estructuras principales que componen el encéfalo son (1,3):
Breznitz, S. Cognifit.com [sede web]. Recuperado de: https://www.cognifit.com/es/cerebro
Cerebro: encargado de integrar toda la información recibida por los órganos sensoriales y generar una respuesta. Controla las funciones vitales, motoras, emocionales e incluso cognitivas superiores; como el aprendizaje, razonamiento, expresión emocional o memoria. Está formado por:
Todas las actividades que realizamos requieren millones de conexiones y cálculos mentales complejos entre las diferentes partes del cerebro. Gracias a sus funciones cognitivas somos capaces de relacionarnos con el mundo que nos rodea, pues nos permiten recibir, escoger, almacenar, transformar, elaborar y recuperar la información del ambiente (1).
La sangre arterial llega al cerebro desde el corazón a través de la arteria aorta para aportar las sustancias imprescindibles para su actividad metabólica (3).
El encéfalo está irrigado por cuatro grandes arterias, simétricas a ambos lados del cuello (3):
Las arterias carótidas internas y la arteria basilar se van dividiendo en ramas, cada vez de menor calibre, por toda la superficie cerebral, el espacio subaracnoideo y el tejido encefálico asegurando su nutrición (3).
Irrigación y retorno venoso del sistema ventricular [sede web]. Recuperado de: https://www.docsity.com/es/irrigacion-y-retorno-venoso-del-sistema-ventricular-ah/2782668/
El término ictus procede del latín y significa golpe o ataque. Hace referencia al carácter brusco y súbito de cualquier trastorno de la circulación cerebral.
El Grupo de Estudio de las Enfermedades Vasculares Cerebrales de la Sociedad Española de Neurología (SEN) recomienda utilizar este término para referirse de forma genérica a la isquemia cerebral y a la hemorragia intracerebral o la subaracnoidea. Como términos sinónimos también se utilizan «ataque cerebral» o «accidente cerebrovascular (ACV)». En inglés, se conoce como ‘stroke’.
Un ictus ocurre cuando el flujo de sangre que irriga una parte del cerebro se detiene, impidiendo la llegada de nutrientes y oxígeno. Si se prolonga en el tiempo, las células cerebrales pueden morir, lo que causa daño permanente (2,4,5,6,7).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define ACV como un síndrome clínico de origen vascular, caracterizado por signos de alteración focal o global de las funciones cerebrales de evolución rápida, que perduran más de 24 horas o provocan la muerte (4,6,7).
Un ictus es un conjunto de patologías que alteran de manera transitoria o crónica el funcionamiento de una o varias partes del cerebro a causa de un trastorno circulatorio en el encéfalo. Según la causa, existen dos tipos principales (2,4,5,6,7):
El accidente cerebrovascular isquémico se da aproximadamente en un 80% de los casos. La mortalidad del ACV hemorrágico es mayor, pero quienes lo superan suelen padecer secuelas menos graves. Puede ocurrir que un ictus isquémico presente sangrado y se convierta en un ictus hemorrágico (2,4,5,6,7).
En el siguiente gráfico, observamos de forma más clara la clasificación de las enfermedades cerebrovasculares según su naturaleza:
Matías-Guiu, J. (2008). Estrategia en Ictus del SNS. Recuperado de: http://www.semg.es/doc/documentos_SEMG/estrategias_ictus_SNS.pdf
Los síntomas de un ictus dependen de qué parte del cerebro esté perjudicada. Por lo general, se presentan de manera súbita y sin aviso, aunque hay personas que no se enteran de que están sufriendo daño cerebral.
Pueden ocurrir solos, pero es más probable que aparezcan en combinación. La señal más común del ACV es la pérdida súbita de fuerza muscular en los brazos, piernas o cara, normalmente unilateral. Otros síntomas son (7,8):
Si la causa del ictus es el sangrado, suele aparecer un dolor de cabeza con las siguientes características (8):
La incidencia del ictus ha aumentado en los últimos años y se espera que siga haciéndolo en los próximos 25 años. La neuróloga Ana Morales, coordinadora de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario de la Arrixaca (Murcia), explica que el aumento se debe a que se vive más tiempo y, por consiguiente, crece el envejecimiento de la población española, el cual causa mucha patología cerebrovascular y mortalidad (9).
Hoy en día, el ictus es una enfermedad que afecta a más de 17 millones de personas en el mundo. Es un problema de salud de larga duración que requiere recursos y conlleva consecuencias desde el momento en que se produce el daño cerebral y a lo largo de toda la vida del paciente.
Desde la puesta en marcha del llamado Código Ictus ha mejorado la morbimortalidad de esta enfermedad. María Alonso de Leciñana, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, destaca que “una de las claves para el éxito en la atención del ictus es la rapidez con la que se detectan sus síntomas iniciales y se contacta con el sistema de emergencias. Es por ello que en la cadena asistencial destinada a esta patología es fundamental la interconexión y coordinación precisa entre los servicios de urgencia extra e intrahospitalarios con el Código Ictus, diseñado con el fin de una rápida identificación, notificación y traslado de los pacientes a los servicios de urgencias” (9).
Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Analizar los logros y las nuevas necesidades ayudará a continuar mejorando la atención a los pacientes para reducir el impacto de la enfermedad. Como dice María Alonso de Leciñana “el trabajo conjunto entre los profesionales y los responsables de los Servicios de Salud de las Comunidades Autónomas, es la clave del éxito” (9).
Las complicaciones de la fase aguda son una de las principales causas de muerte en el accidente cerebrovascular, pero el peligro continúa en el periodo crónico por las secuelas que produce.
Para las enfermeras es de gran importancia mantenerse actualizadas en el área del daño cerebral y ampliar sus conocimientos, para conseguir un mejor proceso de rehabilitación y vivencia con esta afectación.
La enfermera es la encargada de identificar las necesidades concretas del paciente, reconocer y prevenir complicaciones, dar asistencia para que se adapte a sus incapacidades y prepararle para el programa activo de rehabilitación que deberá cumplir; de forma que los cuidados de Enfermería en el accidente cerebrovascular son uno de los factores determinantes en su neurorrehabilitación.
Este trabajo proporciona conocimientos sobre las consecuencias asociadas al ictus y la relevancia de la educación para la salud como herramienta de prevención y tratamiento precoz.
Objetivo general:
Objetivos específicos:
Este trabajo es una revisión bibliográfica narrativa sobre la importancia de la educación para la salud en la detección precoz del ictus.
La búsqueda bibliográfica comenzó en el mes de julio de 2019 y finalizó en septiembre de este mismo año. Se llevó a cabo en las siguientes fuentes documentales:
Se utilizaron los términos Decs: ictus, accidente cerebrovascular, cerebro, educación, prevención, cuidados de Enfermería, Código Ictus.
Los términos Mesh manejados fueron: stroke, brain, braindamage, nursing cares, Spain.Asociados con los boleanos ‘AND’ y ‘OR’.
El límite establecido fue: texto en lengua castellana o inglesa cuya fecha de publicación no excediera de los últimos 5 años.
Criterios de inclusión:
Criterios de exclusión:
Se consultaron distintas bases de datos, de las que se obtuvo la mayor parte de la información.
Fecha de acceso |
Base de Datos |
Estrategias de búsqueda |
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Descriptores y operadores boleanos |
Filtros y límites |
Documentos encontrados |
Documentos utilizados |
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Julio 2019 |
Elsevier |
(Ictus) AND (prevención) |
Área de la salud |
302 |
8 |
National Institute for Health and Care Excellence (NICE) |
Accidente cerebrovascular |
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16 |
1 |
|
Cochrane Plus |
Accidente cerebrovascular |
|
180 |
2 |
|
Agosto 2019 |
Pubmed |
(Ictus) AND (educación) |
Idiomas: español e inglés Especie: humana Texto completo gratuito |
1 |
10 |
(Ictus) AND (prevention) |
3 |
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(Ictus) AND (Spain) |
22 |
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Código Ictus |
7 |
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Dialnet Plus |
(Ictus) AND (cuidados de enfermería) |
|
8 |
2 |
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Scielo |
Ictus |
|
18 |
3 |
|
Septiembre 2019 |
IBECS |
(Ictus) AND (prevención) |
|
42 |
5 |
(Ictus) AND (educación) |
38 |
2 |
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LILACS |
(Stroke) AND (nursing cares) |
|
102 |
4 |
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TOTAL |
739 |
37 |
Criterios de búsqueda
Además de todas estas bases de datos, se recurrió también a Google Académico, que sirvió para acceder al texto completo de muchos artículos y a páginas web oficiales, como la de la Federación Española de Ictus, el Instituto Nacional de Estadística o la Sociedad Española de Neurología. Así como para obtener figuras e imágenes.
La revisión manual de la literatura se realizó con la búsqueda y lectura de libros de texto, manuales y obras originales de la biblioteca de la UCLM del Campus de Toledo.
La gran incidencia del ictus y la repercusión de sus secuelas suponen un elevado gasto sanitario. Por ello, es importante informar a la población sobre esta patología y cómo prevenirla. La aportación de recursos sanitarios es clave para mejorar la comorbilidad y calidad de vida de las personas afectadas.
El ictus es un problema de salud pública de primer orden. Aunque se da más en hombres, es la primera causa de muerte en mujeres. En los países desarrollados es una de las primeras causas de mortalidad, junto con las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. También es la primera causa de discapacidad permanente en la edad adulta y la segunda de demencia, pues muchos de los pacientes que sobreviven a un ictus quedan con importantes secuelas que limitan su vida diaria. Es por ello que ocasiona gran repercusión tanto en el seno familiar y social como en el ámbito profesional y laboral. Además de producir un elevado gasto sanitario, mayor aún si también requiere de los servicios sociales (4,6,10).
Aunque hay variaciones entre los distintos países, la OMS sitúa la incidencia mundial de ictus en unos 200 casos al año por cada 100.000 habitantes. Esta incidencia se va incrementando con cada década de vida a partir de los 55 años, ocurriendo en más de la mitad de los casos en mayores de 75 años (10).
Según los datos del estudio PREVICTUS, más del 21% de la población mayor de 60 años de nuestro país, casi 2 millones de personas, tiene un alto riesgo de sufrir un ictus en los próximos 10 años. La Alianza Europea contra el Ictus predice un incremento del número de personas afectadas por este problema para 2035 del 34%. Mientras, la OMS estima que casi la mitad de la población podría padecer un ACV en el 2050, ya que los mayores de 65 años representarán el 46% del total (8,11).
Los datos de la Federación Española de Ictus (FEI) establecen anualmente 650.000 muertes europeas a causa de esta patología y, de ellos, 40.000 son españoles. Al año se detectan unos 120.000 casos nuevos (8,10).
Según informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) el ictus representa en España la segunda causa de muerte en la población general. En el año 2016, la tasa de mortalidad fue de 58,389 por cada 100.000 habitantes, siendo la primera causa de muerte en mujeres y la tercera en hombres, tras el tumor maligno de pulmón y las patologías cardiacas. En el año 2017, las enfermedades cerebrovasculares ocasionaron 26.937 fallecidos, un 6,3% del total de defunciones; 11.555 (5,4%) en hombres y 15.382 (7.3%) en mujeres, con un descenso del 0,7% respecto al año anterior (12).
La FEI afirma que 1 de cada 6 personas sufrirá un ictus a lo largo de su vida y que el 90% de los casos podrían evitarse controlando los factores de riesgo modificables (8,10).
En la actualidad, el 30% de los pacientes con ictus presenta algún problema de discapacidad manifestado por parálisis, alteración del equilibrio, trastornos del habla y déficits cognitivos. Solo el 40% pueden valerse por sí mismos (8).
Las personas que han padecido un ictus presentan alto riesgo de sufrir otro en los tres meses siguientes. Según el estudio IMPACTO, menos de 1/3 de los pacientes que sufren un ACV tienen los factores de riesgo controlados, a pesar de que la mayoría recibe tratamiento (8).
El ictus constituye una carga creciente en salud y, por lo tanto, un aumento del gasto sanitario. Supone una elevada tasa de hospitalización, largas estancias y necesidad de rehabilitación y convalecencia, además de ser la primera causa de discapacidad a largo plazo. El conseguir una mayor supervivencia, gracias a los avances en la atención de la fase aguda, implica un número mayor de personas que sobreviven con secuelas y cierto grado de dependencia. Se estima que esta enfermedad supone alrededor de un 4% del gasto total (13).
El aumento más importante en el coste después del ictus se debe a la hospitalización inicial y a la aparición de ingresos sucesivos. Cada ictus supone un gasto medio de 4.000 euros durante los tres primeros meses de enfermedad, sin incluir la baja laboral. Durante el segundo y tercer año tras el ictus, el gasto asociado a ingresos hospitalarios se reduce, pero no lo hace el derivado del tratamiento farmacológico ni de consultas con especialista y atención primaria. La proporción del gasto en recursos sociosanitarios y rehabilitación es mayor en el primer año, pero sigue suponiendo una parte importante del gasto adicional en los siguientes, así como el consumo de fármacos. Aun pasado el tiempo, la media anual de coste de estos pacientes será mayor que en el año previo al ictus (8,13,14).
La aportación de los recursos del Sistema Sanitario, en las fases aguda, subaguda y postaguda, es clave para que los pacientes logren la mejor disposición funcional para seguir avanzando a lo largo de los años y mejorar su calidad de vida.
Los accidentes cerebrovasculares son un problema sociosanitario. Es importante destacar que, reducir sus factores de riesgo, disminuye la probabilidad de sufrir uno.
Un ictus puede ser el resultado de acumular circunstancias personales poco saludables y malos hábitos. Esta enfermedad es más frecuente a partir de los 55 años y su riesgo aumenta proporcionalmente con la edad (2,5,6,7,8,10).
Algunos de los factores de riesgo que aumentan las posibilidades de padecer la enfermedad no se pueden controlar como (2,5,6,7,8,10):
Sin embargo, la mayor parte de los factores que aumentan el riesgo pueden ser cambiados, tratados o modificados, por ejemplo (2,4,5,6,7,10):
Según la OMS la mayoría de ictus se pueden prevenir si se actúa sobre los factores de riesgo. Es importante desarrollar actividades de educación sanitaria para prevenir el ACV y enseñar a la población a reconocer los signos de alarma para su detección precoz.
El mejor tratamiento para las enfermedades cerebrovasculares es una adecuada prevención y esta comienza por la modificación de los principales factores de riesgo.
La prevención primaria intenta evitar el ictus en las personas que nunca han sufrido uno. Mientras que la prevención secundaria trata de que no se repita el ACV en los pacientes que ya lo han sufrido.
Es importante que la educación pública sea eficaz y rentable. Se debe concienciar a la población desde pequeños de los beneficios de tener hábitos de vida saludables.
Para evitar el ictus, se suelen dar 12 consejos fundamentales (8):
Por lo general, existe un escaso control de los factores de riesgo. Entre el 40 y 50% de los enfermos abandona el tratamiento a los dos o tres años de haber sufrido un ictus, lo que favorece la aparición de un segundo, cuya repercusión será peor que la del primero (8).
En la actualidad, existen tratamientos preventivos eficaces. En el caso de las dislipemias, las estatinas sirven tanto de prevención primaria como secundaria para los ACV. Además de reducir las cifras de colesterol, aumentan la circulación cerebral y la capacidad neuroprotectora. Los estudios revelan que las estatinas reducen en un 30% la mortalidad global (8).
Asimismo, se dispone de otras terapias eficaces como los anticoagulantes recomendados para el control de la fibrilación auricular, los antihipertensivos y/o los antiagregantes (8).
Los profesionales sanitarios y los pacientes deben tomar las decisiones de forma compartida para incrementar el cumplimiento de las directrices, los medicamentos prescritos y los controles periódicos de presión arterial y extracciones sanguíneas (11).
El accidente cerebrovascular es una de las principales causas de muerte y discapacidad en nuestro país. El tiempo entre el inicio de los síntomas y la llegada del afectado al hospital es el factor más influyente en el pronóstico final.
El Código Ictus es un sistema de identificación y derivación de pacientes, que tiene como objetivo asegurar el acceso, en el menor tiempo posible, de todos los ictus agudos a un centro de referencia en patología cerebrovascular. Para ello, se requiere coordinación dentro de unos límites geográficos definidos entre los servicios de emergencias médicas, los centros de atención primaria y los hospitales comarcales, y el centro de referencia de ictus, donde es posible ofrecer una atención especializada y tratamientos específicos a dichos pacientes de forma continuada (15).
Se ha demostrado que la implantación de estos sistemas prehospitalarios ha mejorado tanto el acceso a una atención médica especializada en la fase aguda como el pronóstico de la enfermedad. Es importante que se consiga un acceso equitativo, eficaz y lo más precoz posible al centro hospitalario de referencia, cuando se produce un ictus agudo en cualquier parte de nuestro país (16).
Julio Agredano, Presidente de Freno al ICTUS, refiere que “el ictus es una enfermedad tiempo-dependiente ya que el pronóstico de un afectado depende en gran medida de recibir atención especializada urgente. Las unidades de ictus y la implantación del Código Ictus son un modelo de éxito, pues se ha demostrado que funciona mejorando el porcentaje de mortalidad y reduciendo la discapacidad que genera. En todo caso, hay que seguir trabajando para contar con estos recursos en todo el territorio y para concienciar a la población que cada minuto cuenta y que, en este caso, tiempo es cerebro. Hay que saber identificar los síntomas y ante cualquier sospecha llamar a los servicios de emergencia" (9).
En las últimas décadas, el gran cambio que se ha producido en las acciones de prevención y, sobre todo, en el manejo de los pacientes, ha disminuido notablemente la mortalidad y las secuelas. Lo más interesante de este cambio es que no se debe al descubrimiento de fármacos o de nuevas técnicas quirúrgicas, sino a la mejora en la organización y atención sanitaria (10). El doctor José Vivancos Mora decía que, hace unos años, “se tenían los medios para tratarlos, pero los pacientes no llegaban” (17).
La atención prehospitalaria tiene un papel fundamental en el reconocimiento de los síntomas y en la estabilización clínica del paciente. Es el primer eslabón de la cadena asistencial del ictus agudo y pondrá en marcha todo el proceso de atención urgente. Conocer los puntos básicos de estabilización y manejo, así como los criterios de activación del Código Ictus es fundamental para que el paciente llegue cuanto antes al hospital de referencia y en las mejores condiciones posibles, para la valoración del tratamiento y su ingreso en una unidad de ictus (18).
El accidente cerebrovascular es una emergencia que debe ser tratada de inmediato. Lo primero que hay que hacer tras identificarlo, es llamar al teléfono de emergencias.
Las siglas en inglés F.A.S.T. (Face-Arms-Speech-Time) facilitan que recordemos las manifestaciones y cómo se debe actuar:
También existen representaciones gráficas que ayudan al reconocimiento de un ictus, lo que permite a la población actuar de forma inmediata y contactar con el servicio de emergencia (8).
Síntomas de un ictus. MAS Castilla La Mancha. (2017). Las farmacias de C-LM participan en una campaña de prevención del ictus [sede web]. Recuperado de: http://www.mascastillalamancha.com/2017/10/25/las-farmacias-de-c-lm-participan-en-una-campana-de-prevencion-del-ictus/
La supervivencia en la fase aguda del ictus, además del tiempo en que se tarde en actuar, dependerá de la localización de la lesión, la extensión del daño neurológico y las complicaciones derivadas de la incapacidad funcional (12).
El diagnóstico clínico correcto del ictus es difícil, por la riqueza y amplia variedad en su expresión clínica y por la necesidad de hacerlo lo antes posible. El primer escalón de cualquier actuación protocolizada en el manejo de estos pacientes está basado en un correcto diagnóstico clínico; pilar sobre el que se sustentará el conjunto de acciones sucesivas (10).
El ictus es un proceso dinámico en el que el área al que no llega flujo sanguíneo tiene riesgo de evolucionar a un infarto permanente, pero puede ser salvado si la circulación se restaura precozmente (19).
Se trata, por tanto, de un problema de salud grave, pero potencialmente reversible, en el que reducir el tiempo de atención en el momento agudo, coordinando los diferentes niveles asistenciales, es fundamental para limitar la morbimortalidad (19,20).
El manejo inicial en el medio extrahospitalario se basa en asegurar el soporte vital y en el traslado inmediato de la víctima al hospital de referencia más cercano. Un ictus se suele presentar como un déficit neurológico focal de instauración abrupta, pero ningún signo clínico te permite diferenciar con certeza si se trata de un ACV isquémico potencialmente recanalizable o de una hemorragia (21).
El diagnóstico clínico será rápido y simultáneo a la indicación y realización de pruebas diagnósticas complementarias. Es significativo saber la hora de inicio de los síntomas y medicación que toma, sobre todo, anticoagulantes (20). En el ictus es fundamental determinar el mecanismo etiológico para instaurar la estrategia de prevención secundaria más eficaz (22).
Lo primero a realizar será una neuroimagen multimodal, una analítica de código ictus, un electrocardiograma y una radiografía de tórax, así como confirmar si es candidato a terapias recanalizadoras (20,22).
El objetivo de las terapias de reperfusión es eliminar la oclusión arterial y restaurar el flujo sanguíneo cerebral lo antes posible para limitar el daño tisular y la morbimortalidad del paciente (19).
En pacientes que no son candidatos a terapia recanalizadora, se desactiva el protocolo rápido y se sigue el circuito habitual de urgencias (20).
También puede indicarse el estudio de tóxicos, alcoholemia y prueba de embarazo, y, si se sospecha hipoxia y la pulsioximetría capilar no es concluyente, una gasometría arterial (20).
Simultáneamente a las pruebas anteriores, se realiza una evaluación neurológica mediante la escala NIHSS.